Tengo
una imagen vuestra en la memoria que me arranca de dentro
sentimientos desconocidos. Sois ejemplo, lucha, historia, patria,
bandera… Entrando en la sala del Tribunal Militar haciendo callar
con vuestros cánticos de victoria las voces amargadas de cuantos
trataron de silenciaros, vistiendo con gallardía vuestros darrás y
haciendo del sueño de libertad del Sáhara Occidental un escudo
infranqueable, minasteis con destreza los nervios del régimen
canalla y cobarde marroquí. La valentía de vuestros rostros, la
fuerza de vuestras palabras, la lección impresa en cada uno de
vuestros gestos, todo eso y más no sólo logró desquiciarles, sino
que nos regalasteis la mejor y mayor lección de coraje y valentía
que jamás hubiéramos pensado. Más de dos años prisioneros del
sufrimiento y la injusticia, que no se exteriorizó como los verdugos
esperaban en aquel mal llamado juicio, porque ni eso siquiera
consiguió forzar la solicitud de clemencia que tanto ansiaban de
vosotros. Una bandera blanca de rendición que les elevaría al rango
de vencedores, doblegando vuestras rodillas a fuerza de torturas.
Pero no les salió bien y vosotros le disteis al mundo, al Pueblo
Saharaui y a nosotros una razón de peso para demostrarnos que la
dignidad de las personas no se destruye a golpes. La vuestra, no.
Porque sus viles armas _convertidas en violencia, hostigamiento,
amenazas, secuestros, torturas_ no han podido, ni pueden ni podrán
con vosotros.
Ahí
están vuestros corazones, cuyos latidos impulsan vuestra dignidad a
límites de excelencia, convierten el miedo en motor invencible e
iluminan con luces de neón la lealtad a vuestra patria y a la
libertad de vuestro pueblo. Sois la batalla perdida que nos llevará
a la victoria final. Porque nos faltáis, porque vuestro dolor es
nuestro dolor, porque cada lágrima de vuestras madres la recogemos
con esmero y las guardamos para cuando lloren de felicidad. Porque
vuestro padecimiento no es ni será en balde y porque cada uno de
vuestros nombres catapulta el Gdeim Izik a la Historia. Sabed que
hemos construido con todo ello un camino empedrado por el que
discurren muchas almas indignadas, muchos esfuerzos que avanzan con
paso firme y que no pararán hasta tener en una mano la llave de
vuestras celdas y en la otra, la de la derrota de quienes han
pretendido aniquilar a vuestro pueblo por avaricia y con mentiras.
Los crímenes de odio marroquíes no contaran esta vez con sus
aliados perennes, la impunidad y el olvido internacional. Ya no habrá
lugar donde puedan esconder tanto mal, porque nos encargaremos de que
el mundo y la historia se lo haga pagar, con creces, en conjunto e
individualmente, por canallas, por cobardes y, sobre todo, por creer
que la injusticia alguna vez podría ganar a una verdad alimentada
con ansias de libertad.
Escuchad,
hermanos, sois nuestros héroes, nuestros valientes, el adalid de la
libertad del Sáhara occidental. Y tendréis esa llave en vuestras
manos, porque la victoria os pertenece, porque por vosotros, la
palabra GRACIAS entra en una nueva dimensión, donde las palabras se
quedan cortas para dar paso, por fin, a los hechos. Resistid, no
estáis solos, no os dejaremos solos. Ni olvido ni perdón.
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