Compañeros,
hermanos , amigos,
a
mediados de Octubre del año 2010 a la vez que vosotros levantabais
vuestras jaimas en Gdeim Izik, la esperanza se levantaba en nuestros
corazones .
Las
banderas invisibles de la Libertad y las de la Dignidad ondeaban al
viento.
Nuestras
miradas y nuestros anhelos estuvieron todo el tiempo allí en las
afueras de El Aaiún.
Lloramos
juntos y nos sentimos impotentes ante el brutal desmantelamiento y
nuestra alma se cubrió de luto por la muerte de un niño y de todos
los demás.
Hace
pocos días supimos de vuestro juicio, después de 27 meses en la
cárcel.
Un
proceso a todo un Pueblo del cual vosotros sois dignos
representantes.
Nos
dicen que ni la tortura ni la larga reclusión pudieron quebrantar
vuestro ánimo.
Al
conocer las sentencias nos sentimos consternados. Toda una vida de
reclusión injusta, separados arbitrariamente de vuestras familias:
hijos, padres, esposas, hermanos que aguardaban fuera con una
entereza y una serenidad que nunca podremos olvidar.
Vuestras
madres dijeron sentirse orgullosas . Sus iudús se dejaron sentir en
todo el mundo.
No
estáis solos en esta lucha que parece no tener un final. Vuestros
amigos, vuestros hermanos, estamos con vosotros.
Nunca
vamos a callar, nunca nos resignaremos, jamás olvidaremos ni
perdonaremos a quienes ha cometido estos crímenes contra la
Humanidad entera. Porque si nosotros calláramos hablarían las
piedras, la arena, las talhas y los pozos de este desierto que
siempre han sido de sus hijos, los saharauis.
No
reconocemos este juicio inicuo porque un gobierno que pervierte, no
solo el Verbo, sino la Justicia no merece ningún respeto.
Nos
sentimos orgullosos porque siempre habéis sido hombres libres que
lucháis para que todos podamos serlo un poco más.
Podrán
herir vuestros cuerpos pero vuestras almas permanecen
inquebrantables, pueden mataros pero no moriros. Porque los hombres
desaparecen pero sus ideas perviven.
La
sangre de los mártires y los sufrimientos de todo un pueblo se
vuelve tierra fecunda en la que arraigan las semillas de la Libertad
y la Dignidad.
Una
niña de 15 años me lo susurró al oído, una noche, hace unos años:
A
cada año que pasa somos más fuertes y estamos más preparados. No
sólo no nos cansamos sino que cogemos fuerza para volver a nuestros
sitios, a nuestras casas, a nuestra tierra. Nosotros no estamos
cansados porque nuestros padres y abuelos nos ha enseñado a resistir
y porque no podemos traicionar la sangre de nuestros mártires que
dieron la vida por nuestra Causa.
Recibid
un abrazo fraternal.
Por un
Sahara libre. Venceremos.
Antònia.
Lleida,
Catalunya a 1 de marzo del año 2013
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