viernes, 1 de marzo de 2013

De Antònia Pons

Compañeros, hermanos , amigos,
a mediados de Octubre del año 2010 a la vez que vosotros levantabais vuestras jaimas en Gdeim Izik, la esperanza se levantaba en nuestros corazones .
Las banderas invisibles de la Libertad y las de la Dignidad ondeaban al viento.
Nuestras miradas y nuestros anhelos estuvieron todo el tiempo allí en las afueras de El Aaiún.
Lloramos juntos y nos sentimos impotentes ante el brutal desmantelamiento y nuestra alma se cubrió de luto por la muerte de un niño y de todos los demás.
Hace pocos días supimos de vuestro juicio, después de 27 meses en la cárcel.
Un proceso a todo un Pueblo del cual vosotros sois dignos representantes.
Nos dicen que ni la tortura ni la larga reclusión pudieron quebrantar vuestro ánimo.
Al conocer las sentencias nos sentimos consternados. Toda una vida de reclusión injusta, separados arbitrariamente de vuestras familias: hijos, padres, esposas, hermanos que aguardaban fuera con una entereza y una serenidad que nunca podremos olvidar.
Vuestras madres dijeron sentirse orgullosas . Sus iudús se dejaron sentir en todo el mundo.
No estáis solos en esta lucha que parece no tener un final. Vuestros amigos, vuestros hermanos, estamos con vosotros.
Nunca vamos a callar, nunca nos resignaremos, jamás olvidaremos ni perdonaremos a quienes ha cometido estos crímenes contra la Humanidad entera. Porque si nosotros calláramos hablarían las piedras, la arena, las talhas y los pozos de este desierto que siempre han sido de sus hijos, los saharauis.
No reconocemos este juicio inicuo porque un gobierno que pervierte, no solo el Verbo, sino la Justicia no merece ningún respeto.
Nos sentimos orgullosos porque siempre habéis sido hombres libres que lucháis para que todos podamos serlo un poco más.
Podrán herir vuestros cuerpos pero vuestras almas permanecen inquebrantables, pueden mataros pero no moriros. Porque los hombres desaparecen pero sus ideas perviven.
La sangre de los mártires y los sufrimientos de todo un pueblo se vuelve tierra fecunda en la que arraigan las semillas de la Libertad y la Dignidad.
Una niña de 15 años me lo susurró al oído, una noche, hace unos años:
A cada año que pasa somos más fuertes y estamos más preparados. No sólo no nos cansamos sino que cogemos fuerza para volver a nuestros sitios, a nuestras casas, a nuestra tierra. Nosotros no estamos cansados porque nuestros padres y abuelos nos ha enseñado a resistir y porque no podemos traicionar la sangre de nuestros mártires que dieron la vida por nuestra Causa.
Recibid un abrazo fraternal.
Por un Sahara libre. Venceremos.

Antònia.
Lleida, Catalunya a 1 de marzo del año 2013

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